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Civilización y barbarie

Foto del escritor: LagartopiaLagartopia

Por Franco Medina | @Francomedina818


Si bien el racismo está mal visto en la actualidad por gran parte de la sociedad mundial, durante un determinado tiempo en la historia de la humanidad fue un pensamiento positivo e incluso festejado. Justificándose en la teoría de Darwin o en una intelectualidad “superior”, muchos políticos y empresarios de países europeos utilizaron el racismo para someter a pueblos “atrasados” de África y Asia durante el siglo XIX y XX. No solo a través de la esclavitud y otros tipos de explotaciones, sino también, a través de uno de los hechos más denigrantes que puede sufrir una persona, ser exhibido en zoológicos humanos.


Entre 1870 y 1930 esta práctica se hizo muy popular, tanto en Londres, París y otras capitales, como en Nueva York. A pesar de que en ese momento, principalmente a partir del siglo XX, ya estaba establecida la idea de igualdad entre los seres humanos, el objetivo de las “exposiciones etnológicas”, “exposiciones de negros” o “zoológicos humanos” era exhibir y demostrar a los “blancos” y “normales” cómo los indígenas africanos estaban sólo un escalón por encima de los monos o incluso algunos eran parte de ellos. A su vez, este no era el único motivo, ya que a este acto racista se lo consideraba un acontecimiento cultural y de negocios: las visitas a estos lugares también la realizaban la realeza, políticos y empresarios que comerciaban con los “humanos exóticos”.


Esta práctica se vio oficialmente por última vez en 1958 en Bruselas, capital de Bélgica y la Unión Europea. Ni el genocidio de la Segunda Guerra Mundial, ni la Declaración de los Derechos Humanos sirvieron como aprendizaje e impedimento para que, en ese año, la Exposición Universal e Internacional de Bruselas sea sede de un zoológico humano. El objetivo de la exposición era mostrar avances científicos e industriales, pero también, al haber un clima tenso entre los países por la reciente guerra, tenía el propósito de poner en común ideales de igualdad y fraternidad.


Además de las exhibiciones de objetos, en el pabellón que le correspondía a Bélgica los visitantes podían alimentar y acariciar familias o tribus africanas encerradas en jaulas de bambú. Lo llamativo no sólo fue el silencio de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que diez años antes había ratificado la Declaración de los Derechos Humanos, sino también de los 41 millones de visitantes que vieron como hombres, mujeres y niños estaban enjauladas y eran tratados como criaturas extrañas.



Pese a las múltiples leyes y tratados que garantizan la igualdad entre todos los seres humanos, esta historia volvió a repetirse en 2002 y reincidió en Bélgica. La asociación Oasis Nature, con la promesa de darle parte de la recaudación y otras donaciones a su región, hizo abandonar su país a ocho aborígenes de la tribu Baka en Camerún para ir al parque Champalle, donde las familias belgas y turistas ven animales salvajes en zoológicos. Les construyeron cabañas tradicionales y los Baka tenían que bailar y cantar para entretener a los visitantes.


Desde la fundación y el zoo, explicaron que fue en beneficio de la tribu, para darlos a conocer a la civilización, pero no fue lo que esperaban, ya que, diversas fundaciones hicieron denuncias por lo sucedido y la misma sociedad repudió el hecho al no visitar la exposición. Finalmente, unos meses después pudieron suspender esa “atracción” y la embajada de Camerún le pagó los pasajes de vuelta a la tribu.

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