Por Martina Mongelluzzo | @MarrMonge
Hoy en día a nadie le sorprende ver a hombres y mujeres participando en una maratón, pero esto no siempre fue así: en los años sesenta los hombres consideraban que las mujeres eran incapaces de correr más de 3 kilómetros.
La alemana Kathrine Switzer, actualmente atleta profesional, fue la primera mujer que decidió inscribirse en la maratón de Boston de 1967 con un dorsal que identificaba su participación en la carrera y así desafiar a una norma errónea y sexista.
Como sabía que los directivos de la maratón no se lo permitirían, se inscribió usando sólo las iniciales de su nombre, por lo que nadie notó que Switzer era una mujer.
Sin embargo un año antes otra mujer, Roberta Gibb, solicitó el formulario de inscripción a la carrera pero recibió un no como respuesta debido a las normas de la Unión Atlética Americana, que sólo permitía que las mujeres se anotaran en competencias iguales o menores a 2,4 kilómetros.
A Gibb nada de esto le importó y se metió en la competencia de Boston a través de unos arbustos. Los hombres que corrían a su lado y el público presente empezaron a animarla. Terminó la maratón en 3 horas, 21 minutos y 41 segundos, antes de dos tercios del resto de participantes. La diferencia entre Gibb y Switzer es que una no llevaba dorsal y la otra sí, con el número 261 que quedará en la historia del deporte.
Mientras Switzer trataba de llegar a la meta, la audiencia la alentaba. Pero cuando ya llevaba más de tres kilómetros recorridos, Jock Semple, el director de la maratón, entró en la escena. Advirtiendo que Switzer era, en efecto, una mujer, entró en la pista para intentar detenerla.
Tom Miller, su novio en ese momento, consiguió empujar a Semple para que ella pudiera seguir corriendo. Finalmente Switzer logró terminar la carrera con un tiempo aproximado de 4 horas y 20 minutos. Pese a esto, la Unión de Atletas Amateurs decidió expulsarla y descalificarla del evento deportivo.
Nada de esto pudo con ella: Llegó a correr 39 maratones y ganó la de Nueva York en 1974. Se convirtió en autora y comentarista de televisión para los campeonatos olímpicos, mundiales y nacionales.
A través del tiempo el número 261 se convirtió en un símbolo para las maratonistas. De hecho, en 2015 Switzer creó 261 Fearless, una organización sin fines de lucro para unir y empoderar mujeres alrededor del mundo.
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