top of page

Cuando el Estado no alcanza, los jóvenes pueden

Foto del escritor: LagartopiaLagartopia

Por Felipe González | @Feli_Gonzalezb


Camiones descargando, gente tirando basura, un tráfico imposible. Eso es el barrio de Once, pero en el medio de eso hay una casa que desentona por su color naranja y sus dibujos infantiles. A la vista parece un garaje, o hasta un depósito; pero en realidad es uno de los lugares de trabajo de la Asociación Civil Gregorio Mendel, una fundación apadrinada por la orden católica de San Agustín. Más precisamente, se denomina el Servicio Social Agustiniano, un lugar donde se reciben chicos de la zona de entre cuatro y doce años para brindarles espacios de apoyo escolar, juego y lectura didáctica. Lo más interesante es el intercambio que se da entre voluntarios jóvenes con más posibilidades económicas y niños de pocos recursos.



Esta casona antigua, ubicada en la calle Perón al 2300, funcionaba como un lugar de rehabilitación para chicos con Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirido (SIDA), que era subsidiado por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Luego, se transformó en una Organización No Gubernamental que recibía a niños y niñas de todo el barrio. Actualmente, el lugar se llama Servicio Social Agustiniano y depende de la Asociación Civil Gregorio Mendel de la orden agustina.


Este último cambio fue uno de los más importantes en la evolución de un lugar que nació para combatir las desigualdades sociales tan marcadas e n Balvanera. “Empezamos trabajando con el Gobierno de la Ciudad, pero las maestras no se ocupaban de que los chicos comieran y se anotaban en principio 20 docentes y después terminaban viniendo cinco relata Andrea Festa, quien tiene un postgrado en gestión de Organizaciones No Gubernamentales y es directora del Servicio Social Agustiniano. Sobre los motivos del paso del Estado a la Orden agustina, Festa explica: “Las docentes no les preparaban actividades, no les daban de comer a la hora del almuerzo y en vez se alimentaban ellas. Hoy la asociación cuenta con un equipo de gente muy comprometida que no falta y que coordina grupos de 20 chicos. Antes terminabas con cinco nenes, porque las maestras no querían que se sume uno nuevo”. La directiva, además, se muestra muy conforme con respecto a la actitud de sus actuales docentes, en comparación a la “mentalidad del empleado público”.


Franco y Joaquín, dos mundos que se tocaron.


Joaquín López Gotusso de 17 años cuenta que el Servicio Social fue una de las experiencias que más lo llenó en su vida. Siendo alumno de uno de los colegios más prestigiosos de Recoleta, el San Agustín, se choca con otra realidad en la que se lo nota entusiasmado. Emocionado, casi melancólico, se dispone a contar la historia que más lo convenció de su pasión por ayudar: “A mí me marcó mucho cuando trabajé con Franco, un chico que había repetido séptimo grado. Él hacía quilombo en el colegio. Además, había vivido con un señor que toda su vida pensó era su papá, y al final no. Al principio, el pibe boludeaba con las computadoras que le daban en el colegio. Y justo me tocó a mí ayudarlo, que no entendía demasiado. Costó porque el pibe me la hacía difícil; pero creció mucho y hubo un día que no me lo voy a olvidar nunca: lo ayudé a hacer un trabajo de matemática, se sacó un diez y estaba muy contento. Él confiaba mucho en mí. Un día me lo crucé en la calle, me dio un abrazo y lo sentí muy feliz. Esas son las cosas que más rescato: sentir que lo pude ayudar. Charlábamos sobre su familia y él se descargaba”.


Por otro lado, está la cuestión religiosa. Al ser una ONG que depende de una orden católica, se vuelve inevitable tocar el tema del cristianismo. Y aquí surge una de las principales cuestiones sobre el Servicio Social Agustiniano: ¿Cómo hablar de Dios en un barrio tan multicultural e interreligioso sin ofender a nadie? La respuesta es muy simple y la explica otro de los voluntarios del colegio San Agustín. Santiago Perfetto, de 18 años egresado de la escuela y ex servidor de la Asociación Gregorio Mendel, resume de la siguiente forma de qué manera transmiten la religión: “A nosotros no nos piden que demos catequesis porque los chicos vienen de realidades que no son necesariamente cristianas. Entonces, tratamos de no ir por ese lado. Lo que hacíamos era tener siempre presentes distintos valores: el respeto, el compañerismo y fomentar un buen vínculo entre ellos. Yo vivo a Dios en esas cosas. Tenerlas siempre presentes y claras es transmitirles lo que Jesús nos quiere decir”.


Por último, muchas veces por falta de conocimiento o por escepticismo se cree que los curas son conservadores o no tienen una vida como cualquiera. Festa cuenta cómo es el vínculo con los sacerdotes que dirigen la orden, y en definitiva son quienes manejan el presupuesto del servicio: “Los sacerdotes primero que nada son personas. No todos son conservadores, depende de su edad, de dónde vienen. El vicario (jefe de la orden en Argentina y Uruguay), por ejemplo, logró una campaña en la que pudimos restaurar un comedor que tenemos en Rosario, y hoy en el Valle de Luracatao, Salta, pudimos comprar paneles solares para darle luz a miles de personas. Y eso cambia la mentalidad de la gente”


La voz de un Sacerdote


El padre Maximiliano Ramírez Royano trabaja hace mucho tiempo en colegios, y siempre estuvo vinculado a los chicos. En la Asociación Gregorio Mendel participó muchas veces y pese a que no le toca el rol de tomar decisiones importantes, tiene una función esencial para el servicio: “En el servicio participo como agustino, nosotros aportamos una cuota mensual y así ayudamos a la asociación. Además, invito a gente de la parroquia y del colegio a participar. Yo incentivo a los chicos a ser voluntarios”. Por otra parte, el sacerdote cuenta que mantiene una “espléndida” relación con la directora Festa, y destaca todo su “esfuerzo y su trabajo honesto porque es un proyecto grande y ella tiene una espalda capaz de sostenerlo”. Por último, pondera la figura de su jefe el vicario, José Guillermo, de quien resaltó el hecho de hacer conocido el voluntariado: “El padre José le dio mucho movimiento y publicidad dentro de los colegios. Hoy, nadie de la comunidad desconoce de la existencia de Apoyo Escolar, Juegoteca y el Taller de Lectura, los tres espacios abiertos en la casa de la calle Perón”.



0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


  • Grey Instagram Icon
  • Grey Facebook Icon
  • Grey Twitter Icon
bottom of page