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Marcelo Sánchez: “Después de la muerte y el odio, aparecen las personas”

Foto del escritor: LagartopiaLagartopia

Actualizado: 12 ago 2018

Por Tomás Onorato | @Onorato_Tomas

Marcelo Sánchez luchó en suelo malvinense en 1982. Luego de vivir el horror de la guerra, debió librar otra batalla: contra la posguerra, tanto social como psicológicamente. En el año 2000, comenzó a representar a la Argentina en la Federación Mundial de Veteranos de Guerra, con sede en Francia. Allí se encontró con el amplio espectro de ex combatientes y sus problemáticas, provenientes de países tan distintos, pero, al mismo tiempo, tan cercanas para Marcelo. Nueve años más tarde, tuvo la oportunidad de reunirse directamente con sus pares británicos, con quienes descubrió la fuerte hermandad que los unía.




- Fuiste el único representante oficial del país en la Federación Mundial de Veteranos, ¿Cuál fue tu impresión de la organización?

- La Federación tiene alrededor de 70 años. Participan todos los países, entre ellos los británicos, pero no, al menos activamente, los veteranos de la Guerra de Malvinas. Es una asociación con un orden y respeto ejemplar, en Europa tiene amplio reconocimiento por ello. Llama la atención la coexistencia de soldados jóvenes con veteranos más viejitos, como generales o coroneles. No obstante, a pesar de la diferencia etaria, hay una gran apertura sobre la guerra y los seres humanos. Siempre se pretende que no nos divida la religión, la política o las fronteras. La Federación no permite, por ejemplo, el debate geográfico y político, por cuestiones obvias. Abundan gestos de cortesía, desde abrirle una puerta al otro, hasta para darnos un abrazo, aunque no nos conozcamos. La Federación Mundial trabaja sobre todos los eventos que hacen daño en el mundo.


- ¿Cómo fue el encuentro con tus pares británicos?

- En marzo del ‘99, me encontré con veteranos de guerra británicos en un viaje a Malvinas. Fue la visita a las islas más grande que organizamos, éramos 25 ex combatientes. La llamábamos “Misión de paz”, vestimos toda una misma campera con el logo de la Asociación de Veteranos de Guerra de Luján y el de la Federación Mundial de Veteranos de Guerra, y pusimos placas, en inglés y español, en los lugares donde habíamos combatido. Ahí conocí a Gary Clement, un veterano, con quien intercambié direcciones y teléfonos. Recuerdo que consiguió que saliéramos en la radio de las islas. Le comenté que íbamos a ir a un congreso de la Federación. Él me explicó que los veteranos de Malvinas no solían asistir, pero así nació la iniciativa de reunirnos.


- Pero no se volvieron a ver hasta 2009.

- Exacto, yo estaba en Dinamarca por el congreso anual, cuando veteranos ingleses se comunicaron conmigo vía mail. Me ofrecieron ir a Londres para hablar sobre la realidad de los veteranos en Argentina. Les expliqué que para mí era imposible costear los vuelos desde Dinamarca a Londres, luego de vuelta y después a Argentina. No tardaron en responder que ellos iban a correr con los gastos. Así que fui, por tres días me alojaron en el Union Jack Club, una especie de círculo militar británico muy lindo y cálido. Ahí tuvimos una reunión con Tony Davies, un coronel galés, quien me fue presentando muchos de sus pares. Conversamos horas sobre la realidad de los soldados que combatieron en Malvinas.


- ¿Cuáles fueron sus coincidencias y sus desencuentros durante las reuniones?

- Pactamos no hablar de soberanía: sabíamos que era un punto donde íbamos a chocar, y esa no era la intención del encuentro. Desayunábamos, almorzábamos y cenábamos juntos. Ellos estaban muy sorprendidos por los reconocimientos que los veteranos argentinos conseguimos durante la posguerra. Uno creería que, al ser países mega-desarrollados y en mayor contacto con guerras, habría más reconocimientos o contención, pero no era así; de hecho, tienen menos leyes que nosotros sobre el tema. En los tres días, el mayor punto de encuentro entre ambos se dio cuando hablamos sobre los suicidios en la posguerra. A todos, ya de vuelta en casa, nos persiguieron el alcoholismo, la depresión o la drogadicción. Nos dimos cuenta que la guerra no hacía ningún tipo de diferencias en naciones, instrucción de los soldados o punto de vista socioeconómico. Ellos sufrieron mucho Malvinas. El clima era muy adverso, los viajes náuticos y el desembarco fueron sumamente exigentes, además de tener que enfrentarse a soldados “con muchas agallas”, como dicen ellos. Después de la guerra, la muerte y el odio, aparecen las personas. Estar tan expuestos con la muerte significa un dolor que genera una hermandad.

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